Veo los únicos pies del silencio perdurables entre las faunas transparentes cuyas miradas se imponen ante las figuras aparecidas en los cabellos de la mar. Aún así desde los bosques próximos las cuerdas interpretadas por las ventiscas resuenan en nuestros cuerpos cavernosos ampliando la vida de las pequeñas flamas que vendrán después de nosotros. El silencio que camina por el cielo recobrado, resplandece en cada pluma que la obsidiana va dejando a su paso hacia el seno del sol.
Este poema pertenece a un colección llamada Cesta De Claveles Del Aire, del que ya di una muestra aquí. Alguna vez estuvo dedicado a un amigo muy especial, que ahora es experto en la vida y en la obra del más grande poeta ecuatoriano ("el César Moro del Ecuador” le dicen algunos): Alfredo Gangotena ^_^