A quienes vengo a cargar hasta un farol
Donde pondré uno de mis pies muertos
Sobre un pecho envelado
Para la aparición descontrolada de hoteles
Llenos de clientes con ovejas en las manos
Y la lluvia
Debajo de las aceras corre
Desnuda y abierta al amor diario
Venido de las felpas azuladas
De un lejano paraje ensombrecido
Por alientos del futuro
Tinajas burbujeantes de linfa de fuego
En los cuales miro el despertar de los bosques
Enmarcados por costillas blanquecinas
Y visibles en todas las ventanas del mundo
Con el viento como una flecha en la noche
Ahora recreo el otoño
Traspasado entre los trenes de las palomas
Bendiciendo a los cometas submarinos
Y a los crisoles en el comienzo del sueño
Juntándose para evocar
Al pequeño ciervo en lo alto
De la montaña a nuestros hombros derretidos
Comienza mi fatiga entonces
Y atrapo osos hormigueros fácilmente
20 de Enero de 1996
Este poema apareció, aunque parezca paradoja, en la revista El Narrador (Año 1, No. 3, Mayo de 1996) que dirigía el cuentista Walter Zans. Además incluía la siguiente ‘semblanza’ [mal] escrita por Zans: «A. D. S. (Lima, 1974): Joven poeta neosurrealista de frondosa cabellera. Estudia literatura en la Universidad de San Marcos. Ha publicado la plaqueta Airones. No bebe licor, lo cual a decir de muchos vates del medio, le cierra cualquier posibilidad de madurar como escritor. “Es imposible –han dicho estos respetables y sedientos poetas–, que sin beber logre la inspiración creadora que sólo el licor proporciona”». Hoy nadie recuerda a esos ‘vates’ ni a Walter Zans ^_^