Muy a menudo barro las mejillas primeras
Juego con todos los niños enfermos del mundo,
Transito entre sarcófagos y equipajes,
Pero olvido a veces de sufrir en plumas.
Mis manos perdonan a los bulevares
Calmosos y resfriados, para el lado sur
Sus alientos de torres simples ya no corren
A capela.
Veo a las luciérnagas
En bajos y altos desiertos
Temblando de cutáneas mujeres,
Todas ellas dieron sus eternos rostros
A la jugarreta de días faltos.
El silencio quisiera tocarnos nadando
En cuanto domingo se posa
Sobre la punta del bolígrafo encantador
Y su tiempo es telegráfico.
Lobos de papel traen a ancianos buenos,
Ellos esculpen cornetillas
Si el cielo está más azul que celeste
Y los pueblos, a quienes escribo,
Entienden porque hacer centenares de plazas
Aguadas como esta.
12 de Abril 1995
Este texto ¿vallejiano-dadaísta? apareció, con el título de "Lumbre" en una plaqueta de tiraje reducido (no menos de 25 ejemplares), titulado simplemente como Poemas, editado por el Taller de Poesía de la Universidad de San Marcos en Junio de 1995, del cual ya había publicado un texto en este blog, y que también fue celebrado en su tiempo por el poeta Pablo Guevara como lo fue a su vez un poema de mi plaqueta Airones. Lo rescato ahora que lamentablemente suenan tambores de guerra en el Lejano Oriente. Si este es el final, espero verlos en El Otro Lado...
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