no te das cuenta de tu cuerpo
hasta que podas las ramas
más altas del jardín
liberando un poco de escamas y pelos
no te ves con los huesudos escalones
hasta que con tu cabeza
golpeas las aldabas
recuperando así un poco de sangre
para sus crujientes engranajes
no notas la puerta trasera
hasta que te muerden con aflicción
saboreando la carnosa madera
con oxidados dientes
y paladar de felpudo
no es de barro tu somática
es de adobe
rellena de paja corazón lata
que es regada con lloviznas
más allá de recuperar las fuerzas
durmiendo
para que sus vigas sigan resistiendo
el embate de los días lejos de las
termitas
buscando afecto y descanso
en manos de una amable inquilina
que sepa curar heridas a paredes y
ventanas
10 Noviembre
2013, 11:55 p.m
Este poema, tan lánguido como la humedad de las más lejanas moradas, circuló en mis venas por más de dos semanas, hasta que pudo ser captado por mis antenitas de vinil. Espero les guste. Por estos días estoy muy embutido en la lectura y traducción de la obra del poeta surrealista estadounidense Philip Lamantia, de quien tendrán noticias dentro de poco; estén atentos. Saludos ^_^
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